En esta muestra vemos reunidos los diversos medios por los cuales transita Diana y su pasión como artista, la talla en piedra, el manejo del bronce y el metal, es la propuesta reunida en esta exposición, en su mayoría piezas de los últimos dos años de producción, se puede intuir un oficio magistral en cada pieza ejecutada y la coherencia en sus líneas de trabajo.
La selección de 36 esculturas son las presentadas en esta oportunidad, un verdadero universo fractal en el que cada ángulo, circunvolución, volumen, textura y tonalidad, conforma un símil de las dimensiones múltiples de nuestro inconsciente colectivo y de las formas presentes en la naturaleza.
Desde el traslúcido alabastro, Diana Dernández transforma en piezas mágicas, cuya abstracción y ritmo ofrecen un diálogo entre el equilibrio y la luz, que se conjugan según su intuición, para crear piezas que evocan movimiento continuo en su estabilidad, una paradoja que multiplica en las esculturas de bronce, cuya figuración produce fantasías que juegan con el vacío, volátiles ángeles o figuras imaginarias que flotan en el espacio a pesar de la ley de la gravedad. La reciente técnica presentada refresca de gran manera esta colección, piezas en metal que gozan de gran espontaneidad y movimiento.
En relación directa con los sentidos, la obra de Diana se despliega a través de códigos intuidos por ella, signos con los que logra una asombrosa estimulación sensorial. En esta muestra, traza mapas de relaciones que guían al espectador por su misterioso universo de luces, transparencias y desplazamientos por el espacio, con el que se integran, sin recortarlo ni opacarlo con pesos y volúmenes formales.